Publicado originalmente em Tiempo de Creación por Suzana Moreira
Del 10 al 25 de julio, en la ciudad de São Paulo, Brasil, tuvo lugar el curso ecuménico e interreligioso “Ecojusticia: Compromiso ecuménico para superar la desigualdad social y la emergencia climática”, organizado por el Centro Ecuménico de Servicios a la Evangelización y Educación Popular de Brasil (CESEEP) en colaboración con el Programa Luterano de Género y Religión de los Colegios EST.
Este curso se realiza todos los años utilizando metodologías de pedagogía crítica, inspiradas principalmente en las enseñanzas de Paulo Freire, conocidas en Brasil y América Latina como educação popular (educación popular). Tuve la oportunidad de participar como parte de la coordinación colegiada, junto con Priscilla dos Reis Ribeiro (miembro de Sementes da Democracia), Loyet García (coordinadora del Centro Martin Luther King en Cuba) y Angélica Tostes (coordinadora de ecumenismo en CESEEP), las tres referentes en las luchas interreligiosas por la justicia en América Latina y el Caribe.
Diecinueve personas de Brasil, Cuba, Ecuador y Costa Rica se reunieron para vivir esos 15 días de inmersión reflexionando y compartiendo sobre la ecojusticia a la luz de cuatro dimensiones: el racismo ambiental, la eco-espiritualidad, la sabiduría indígena del buen vivir (también conocida como sumak kawsay) y el ecumenismo. El programa estuvo repleto de excursiones para visitar territorios e iglesias con diferentes perspectivas y experiencias sobre la ecojusticia, así como de momentos de misticismo y espiritualidad basados en la tierra, música, danza, conversaciones de formación, reflexiones, debates en grupo, realización de las tareas domésticas y comidas compartidas en comunidad.
También hubo sesiones híbridas con más de 20 personas de Brasil, Cuba, Ecuador, Bolivia, El Salvador, México, Perú, Uruguay y la República Dominicana. Una de esas sesiones fue con la teóloga y filósofa ecofeminista de renombre mundial Ivone Gebara. Otra de esas sesiones fue con el ecoteólogo decolonial en ascenso, Josias Vieira. Los intercambios de conocimientos fueron profundos, ayudándonos a reconocer en nosotros mismos y en nuestras sociedades los diferentes aspectos moldeados por las estructuras de injusticia hacia la Tierra y toda la comunidad terrestre.
Me alegró ver que, entre un grupo tan diverso de personas, algunos eran Animadores Laudato Si’, y mi colega Ana Belén Ortega también pudo participar en persona. Es difícil expresar con palabras lo transformadoras que pueden ser las experiencias de educação popular. Hay que vivirlo y experimentarlo en comunión con los demás para poder luego reproducir las metodologías uno mismo y enseñar también a los demás. Por eso, me alegro mucho de que estos miembros del MLS hayan podido experimentarlo conmigo para poder dar frutos en sus contextos. Comparto aquí algunas reflexiones como fruto de esta experiencia comunitaria.
Para hablar de eco-justicia y de sus implicaciones prácticas, debemos mirar a la raíz de las injusticias. Como leemos en Laudato Si’, “No nos servirá describir los síntomas, si no reconocemos la raíz humana de la crisis ecológica” (LS 101). Cuando consideramos las implicaciones del pecado y su fruto de ruptura con la interconexión de la vida, lo que aún puede resultar difícil de entender es cómo superar un pensamiento dualista de tipo binario. En lugar de reconocer las diversas dimensiones de la existencia humana, tendemos a pensar que todo es blanco o negro, izquierda o derecha, alma o cuerpo, cielo o tierra. Del mismo modo, si criticamos el capitalismo, la gente piensa automáticamente que somos comunistas. ¿Por qué suponemos que la única posibilidad aparte del capitalismo es el comunismo? ¿Cómo es que no reconocemos la amplia gama de otras formas políticas y socioeconómicas de organizar las comunidades humanas, algo especialmente evidente en la vida de los pueblos originarios? Como decía el obispo brasileño Helder Camara: “Cuando doy de comer a los pobres, me llaman santo. Cuando pregunto por qué los pobres no tienen comida, me llaman comunista”.
En palabras del Papa Francisco: “Mientras tanto, los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente. Así se manifiesta que la degradación ambiental y la degradación humana y ética están íntimamente unidas. Muchos dirán que no tienen conciencia de realizar acciones inmorales, porque la distracción constante nos quita la valentía de advertir la realidad de un mundo limitado y finito. Por eso, hoy «cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta” (Laudato Si’ 56).
Hay un límite a lo que podemos hacer por el cuidado de nuestra casa común si no intentamos superar el sistema que causa todas las estructuras de injusticia social y medioambiental en el mundo en que vivimos. Como decía el ecologista brasileño Chico Mendes: “La ecología sin lucha de clases es jardinería”. O como dice el Papa Francisco: “No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental” (Laudato Si’ 139).
También debemos ejercitar continuamente nuestra paciencia y reconocer que estas estructuras de injusticia no cambiarán de la noche a la mañana. Y eso está bien. Como repito a menudo a mis amigos íntimos, no trabajo para salvar el mundo, nadie puede hacerlo. Estoy trabajando para traer más justicia a este tiempo en el que estoy viviendo, y espero que otros también trabajen para ello. Además, alerta de spoiler, Jesús ya ha salvado todo el cosmos. Te preguntarás entonces ¿por qué seguimos viendo tanta injusticia y pecado? Si el amor de Dios fuera una obligación impuesta a la humanidad, ésta no sería libre y fructífera. Dentro de esa oportunidad de los humanos de ser libres para elegir el amor es donde radica nuestra carencia. Nos consideramos dioses y pensamos que sabemos lo que es mejor, eligiendo en su lugar formas de vida egoístas.
¿Dónde reside entonces nuestra esperanza? ¿Cómo podemos trabajar por la justicia ecológica? Puede que no veamos las plantas completamente crecidas, pero sin duda podemos plantar las semillas que traen las primicias de la esperanza. Cada vez que elegimos el amor es una microrevolución. Cada relación humana establecida para el cuidado de la creación es una microrevolución. Cada pequeño cambio en nuestro estilo de vida alejándonos del consumismo es una microrevolución. Cada segundo que pasamos en comunión con la creación es una microrevolución. Como en una colmena, cada pequeña cantidad de polen y néctar que recoge cada abeja es lo que crea la posibilidad de una miel fuerte y jugosa. Ve y huele las flores, recoge ese polen, cultiva ese néctar dentro de ti para que puedas ayudar a que nazca la miel de la ecojusticia en esta colmena que llamamos hogar.
El curso se convirtió para mí en una experiencia enraizadora que ha renovado mi convicción de compromiso con la misión del MLS, de dar frutos a Laudato Si’, de cuidar nuestra casa común. Al estar inmersa en el proceso de organización y planificación del Tiempo de la Creación a nivel mundial, me conmueve ser testigo de la acción del Espíritu Santo, que nos convierte a todos en manos y pies de Cristo para llevar las primicias de la esperanza a toda la creación. ¡Que este año sea el más histórico Tiempo de la Creación!
P.D. Aquellos interesados en saber más sobre la experiencia en este curso pueden encontrar aquí la carta de compromiso elaborada por los participantes en portugués y español. También se pueden encontrar aquí las grabaciones de las sesiones híbridas.
Suzana Moreira, ecoteóloga, Mestra em Teologia Sistemático-Pastoral pela PUC-Rio, pesquisa especialmente teologia do corpo, teologia latino-americana, e ecoteologia. Atua como Gerente de Programas para Conversão Ecológica no Movimento Laudato Si’ desde 2022 e faz parte do Comitê Diretivo Ecumênico do Tempo da Criação desde 2021